Lo perdido
Fui a la Oficina de “cosas perdidas
y encontradas”,
<loss and found> que le llaman en
inglés, jajaja
estaba en el aeropuerto de mi país;
fui a preguntar por si se
encontrara o hubiera llegado,
le dije al empleado, mi maleta
extraviada en el avión.
¡Qué no he perdido! Agregué
mientras él tomaba nota.
Fíjese que he perdido mucho tiempo
en mi vida y lo quiero recuperar.
Por si caso, si encontrara los años
perdidos, llame a este fono, ve?
No me importa si encuentran mis
errores, no los quiero.
Tampoco me interesan las
celebraciones perdidas, aniversarios y esas cosas.
Clases que nunca tomé, malas
decisiones, usted sabe.
¿Y los libros perdidos, regalados,
olvidados? ¿Quién ha visto mis libros?
Qué pena ¿sabe usted? no me acuerdo
de sus títulos…
Y eso que los dejé guardados bajo
siete llaves.
Es irreversible, pero no van a
encontrar mi cabeza,
nadie me devolverá los días y los
meses enferma con migrañas,
tampoco las cosas inútiles y no
apreciadas por los demás,
los dimes y diretes de situaciones
que no llevan a la nada,
ni aquellas palabras que son lo que
el viento se llevó,
porque hay conversaciones que mejor
ni recordarlas.
Eso sí señor: quiero lo que perderé
mañana,
Sabe por qué? Porque lo de mañana
ya es ayer.
y porque estoy perdiendo la memoria, no ve?
Todo lo que he perdido, no hay
lugar donde quepa.
En realidad, señor, su oficina es
muy chica para tanta cosa,
le estoy pidiendo mucho, si fíjese
hasta perdí una tía que, según se
comentaba, perdió el tren.
Es cosa de familia, ve?
.
Pero por el momento al menos busque
mi maleta, por favor.
No la perdí yo, fueron ustedes, los
de la aerolínea,
y avíseme a este fono por si algo
aparece: 935-2230.
Muchas gracias. Nos vemos.
Por Eugenia Toledo Renner
grupo Calle Temuco, 2017
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